LOS NUEVOS LOBOS ESTEPARIOS

Estamos pisando los cincuenta. Ya el rostro que refleja el espejo no se parece al recuerdo que tenemos presente. El cuerpo hace rato que dejó de responder a nuestros gustos y caprichos, los dolores, el andar más lento. Poco a poco la efusividad cotidiana, el llevarse al mundo a las espaldas se a ido transformando en otra cosa. Ya no queremos la gloria, ya no gritamos nuestras verdades, ya pensamos dos o tres veces las cosas. Empezamos a desconfiar de la política, a cuestionar si algún encontronazo del pasado realmente fué como creímos, si en realidad el otro no tenía razón, o lisa y llanamente qué al pedo discutir por eso, cómo pude. Leemos más, prestamos atención, empezamos el camino hacia adentro, el que se recorre solo, el que de vez en cuando nos junta con amigos, el que nos hace parar a cada rato para tomar nuevo impulso, cuando la nostalgia golpea en la sien, cuando los mimos no alcanzan, cuando la pasión se transforma en manso amor, cuando empezamos a ser lobos solitarios.

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